miércoles, 4 de marzo de 2009

De quesos y libros en Tapachula.

Desde hace un par de semanas mi madre prepara el retorno de Chiapas al D.F. de mi tia Evelia, su hermana mayor. La familia de mi madre es originaria de Tapachula, Chiapas, ciudad fronteriza en el extremo sur del Pacífico mexicano. Enclavada en la costa tropical, Tapachula es una ciudad que goza de cierta importancia y prestigio regional, al menos de caracter comercial. Sus temperaturas y humedad son tales que mi tia Evelia prefiere pasar el verano en la Ciudad de México aunque llegado el invierno prefiere migrar de vuelta a Chiapas.

Al acercarse el retorno de mi tía a la capital, mi madre no tardó en perdirle una "pieza" del tradicional "queso de mantequilla", en particular de la marca Santa Cruz que es la marca que goza de mejor reputación. La respuesta de mi tia fue que "es más facil conseguirlo en el D.F. porque en Tapachula ya no hay, todo se exporta". El queso Santa Cruz es tan bueno que ha quedado fuera del alacance de la gente a cuya tradición pertenece, no se consigue en Tapachula.

Lo mismo que pasa con los quesos chiapanecos parece pasar a nivel nacional con el talento. Desde hace unos días en la UNAM se celebra un foro sobre "fuga de cerebros". Académicos y autoridades universitarias residentes en México se preguntan muy preocupados qué hacer para que los mexicanos que estudian en el extranjero regresen al país.

En lo personal tengo algunos amigos que son investigadores en las mejores universidades de Estados Unidos. Para ellos volver a México está fuera de la cuestión (out of the question) como no sea a vacacionar a la playa o tal ves en un lejano retiro. Las universidades mexicanas están muy lejos (a años luz) de lo que sus actuales empleadores les pueden ofrecer. Para ellos sería un desperdicio trabajar en nuestro país. Por supuesto cualquier argumento patriótico esta más que pasado de moda en un mundo global.

El mundo editorial no se queda atras. El día de ayer hubo cambios en las instituciones oficiales de cultura. Consuelo Saizar, anterior directora del Fondo de Cultura Económica, pasó "al frente" (como dicen los periódicos) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en sustitución de Sergio Vela (ya era hora). En su lugar, al frente del FCE, llega Joaquín Díez-Canedo.

El FCE es sin duda una gran institución y la envidia de muchos países latinoamericanos. Entre sus activos se cuentan 32 librerias, 11 de ellas fuera de México en países como Brasil, Chile, Colombia, España, Perú, Venezuela, Guatemala y por supuesto España y Argentina. Haciendo una simplre operación matemática y tomando en cuenta que en el D.F. hay por lo menos 4 librerias del Fondo, encontramos que en el resto de la República Mexicana hay tan solo 17 librerias del FCE, por supuesto en Tapachula ni soñar que el FCE abra una librería.

Como el queso de manatequilla, es más facil encontrar las ediciones del Fondo sobre la obra de Jaime Sabines o de Rosario Castellanos en Buenos Aires que en Tapachula. Es bonito que se lean a mexicanos (y si nos ponemos regionalsitas a chiapanecos) en el extranjero, pero sería más bónito que los mexicanos leyeramos a nuestros autores. Si le añadimos que según el mismo CONACULTA las librerias privadas no solucionan el problema de la escasez de libros en el interios de la república, no queda más que pedirle a Joaquín Díez Canedo que durante su gestión al frente del FCE, por lo menos abra una librería en Tapachula. No esperamos menos de él.

En la foto: Rosario Castellanos

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