lunes, 17 de agosto de 2009

Narrativa ajedrecística

Recientemente mi hija de tres años jugaba con el ratón de la computadora. En el escritorio se encontró con el ícono del juego de ajedrez: un caballo. Hizo doble clíc. Al abrirse el tablero con las piezas en el monitor me preguntó qué era aquello que veía en la pantalla. Le expliqué que era un juego llamado ajedrez. La respuesta natural fue: "¿jugamos?"

No voy a mentir que me encontré en una disyuntiva. Pensé que sin duda era un juego, pero no cualquier juego. Tampoco quería reprimir el impulso de mi hija y descepcionarla con cualquier excusa. Finalmente, a mi me gusta jugar con mi hija y me gusta jugar ajedrez. Le dije que moviera cualquier pieza (ya mencioné que mi hija sabe utilizar el ratón) que si la computadora no se lo permitía era que no podía poner la pieza en dicho lugar.

Después de algunos intentos saqué un tablero y piezas de onix que había comprado en alguna visita a las Pirámides de Teotihuacán. Fue cuando le empece a contar que ese juego se trata de defender a un rey y una reina, que hay caballos que pueden brincar heróicamente, alfiles con autoridad pontificia y peones de la gleva. También le dije que su objetivo debría ser atacar al rey contrario. Esa noche se fue a dormir con un caballo blanco en la mano.

Así empezaron a surgir historias mientras jugamos a jugar ajedrez. Nos gusta ver partidas donde la computadora juega contra ella misma. Mi hija se emociona como si fuera un partido de futbol gritando expresiones como "¡va atrapar a la reina!", "¡ya se lo comió!", "¡hay que defender al rey!" . De manera anecdótica, durante una de nuestras ya múltiples partidas me dice: "voy a atrapar a tu reina y la voy a aplastar y hacer cachitos" haciendo un ademán como si machacara algo en un molcajete. Cuando efectivamente atrapó a mi reina le tuve que pedir que no llevará sus comentarios a la práctica. Ahora jugamos con un ajedrez irrompible de plástico.

Lo que me parece más interesante de todo, es que mi hija aún no sabe leer y escribir el alfabeto, sin embargo le gusta hojear libros de ajedrez para niños y se queda embebida ante los pequeños tableros que aparecen en sus paginas. Actualmente sabe acomodar las piezas para empezar una pártida, logra mover los caballos en un primer movimiento y sabe cuándo y cómo hacer un enroque.

Ana Maria Machado en su libro Clásicos, Niños y Jóvenes dice lo siguiente de las historias caballerescas: "El ciclo de leyendas sobre el Rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda constituye un inmenso manantial de historias maravillosas, que narran hechos de valentía extraordinaria. Esas narraciones heróicas reconstruyen, de forma legendaria, la época del que fue quizás el reino más glorioso de Europa . . . Tal vez sea esta una de las principales razones por la que el ciclo de leyendas del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda se hayan vuelto tan poderoso . . . " Según Machado de estas historias manan desde la Canción de Rolando y el Cantar del Mio Cid, hasta Don Quijote de la Mancha y el Señor de los Anillos. Creo que es de ese manantial del cual mi hija y yo bebemos cada vez que jugamos ajedrez.

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