jueves, 27 de noviembre de 2008

La lectura, en Argentina. Decálogo IV

Acusito:
Estimada Diana: tu texto ha tenido dos efectos: me ha recordado mi condición de ser solitario y me ha reconfortado al saber que soy útil, textos como el tuyo los imprimo y los traigo siempre para leerlos cuando el ánimo titubea, vacila o se hace buey.
El malentendido estuvo así:
Un alumno suyo se me acerca en el patio y me pregunta qué libros he publicado; de inmediato pienso que si contesto y llega a saberlo una madre de familia, miembro de la UVA (Unión de viejas argüénderas), me acusará de venir a promover mis libros, en vez de ponerme a leer; aclarar esa situación en la escuela, me llevaría semanas. Eso fue todo.
Ojalá me autorices a reproducir, parcial o totalmente tu correo, entre otras cosas porque es poético... Y gracias por decirme que estoy loco, cosa que no es necesario comprobar.
 
Anoche en IBBY una escritora y funcionaria argentina, Graciela Bialet, dijo:
"En la década de los sesenta, nuestro promedio de lectura era de 7.3 libros anuales, cuando llegó la dictadura empezó a quemar libros en público por considerarlos peligrosos, estuvo 25 años, en 1995 empezamos de cero, todos los maestros eran NO lectores porque la enseñanza era sólo técnica, esto es fruto del Neoliberalismo, así que empezamos desde el Ministerio de Educación, a pensar cómo hacer llegar libros a los lugares más alejados, donde hay escuelas de 8, 10 o 20 alumnos, en la Patagonia o en el Norte  del acordillera andina, donde sólo se llega por camión o a pie... También el gobierno dio un cheque a cada escuela para que comprara libros e hiciera una biblioteca... Actualmente nuestros esfuerzos están dando frutos con la ayuda de pedagogos, profesores, alumnos y escritores".
Vemos que las condiciones de Ecuador, Argentina y México son similares, pero ahí vamos.
 
Decálogo: La Directora y los profesores.
Llegué por primera vez a la escuela cuando supe que había llegado el oficio de la SEP, iba completamente en guardía porque también fui profeta:
--Vengo a Coordinar a los lectores voluntarios.
--Estamos inscrito en un programa de Matemáticas de la SEP, esa es nuestra prioridad.
--Las Matemáticas también se leen, además una de las principales dificultades de los alumnos es que no comprenden los problemas, eso no los pueden resolver...
Silencio.
Agregué:
--Soy un escritor.
--Está bien explíqueme su tarea.
Con la venia de la Directora, me limité a pedirle lo que necesitaba: La Biblioteca de aula y la lista de padres voluntarios. Se me entregó lo pedido. La directora habló con los maestros y conté con ellos. La rutina actual es: llega el lector al grupo, la profesora le pide que guarden sus cosas, y se pone a calificar,  a hacer cosas que tiene pendientes, cuando la lectora termina, después de 20 o 30 minutos, se despide. La Directora ascendió, antes de irse me pidió que le diera una copia del video; llegó otra, quien trata de adaptarse al medio, ya muy hecho, de alumnos, padres y profesoras.
 
Algunos hechos particulares, los anoto para tratarlos al final de esta serie.
 
Buenatarde.  
 
 



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