domingo, 9 de noviembre de 2008

América alla italiana. . .


Hace un par de semanas una de las escuelas donde coordino lectores, empezó una "remodelación". Parte de las obras implicaron hacer una nueva sala de medios. Para desgracia de todos los lectores, la nueva sala se ubica en el aula donde antes era la biblioteca. A su vez, el espacio asignado para la biblioteca fue otra aula, donde antes estaba la sala de medios. Un enroque difícil de entender, que tal ves tenga la única ventaja que ahora la biblioteca cuenta con instalaciones eléctricas y nodos de red. La mudanza resulto ser un desastre. Los libros e improvisados libreros fueron apiñonados, junto con el piano y las computadoras en la nueva aula. Cuando la semana pasada llegué a la nueva biblioteca, no tuve más que empezar por sacar dos cajas de descartes, los dejé en la dirección para su final dictaminación y me dije que establecer la nueva biblioteca sería una labor estilo post-terremoto de 1985, con damnificados y todo.

Entre los libros que encontré arrumbados y que estoy tratando de decidir si lo descartamos de la biblioteca, se encuentra "México", un libro de viajes del crítico italiano Emilio Cecchi. Con prologo de Italo Calvino, el libro es la bitacora de viajes de Emilio Cecchi, quien después de pasar una temporada enseñando en la Universidad de Berkeley en la bahía de San Francisco, decidió viajar al sur hacia Hollywood, visitar a Buster Keaton, cruzar Arizona, y "de ahí bajar al México verdadero". Italo Calvino cita desde el prólogo un fragmento de "Mexico" que cuenta como "cuando una mujer navajo está por terminar uno de esos tejidos, deja en la trama o en el dibujo una pequeña fractura, un parche, para que su alma no quede presa en el trabajo. Esa me parece una profunda lección de arte: prohibirse, deliberadamente, una perfección demasiado aritmética y bloqueada. Porque las líneas de la obra, soldándose invisiblemente por encima de ella, constituirían un laberinto sin salida; una cifra, un enigma cuya clave se ha perdido".

En el diario El Pais del día de ayer se puede leer un titular con la declaración de Roberto Saviano, otro escritor italiano, éste aún vivo: "El éxito me condenó a muerte". Saviano se refiere al éxito de su libro Gomorra, el cual denuncia las operaciones de la Camorra italiana y por la cual fue condenado a muerte. Saviano se lamenta que a diferencia de Salman Rushdie, condenado a muerte por el Ayatola Homeihni por escribir Los versos satánicos, él no es condenado por escribir el libro sino por haber sido muy leído. La película de Gomorra abrirá el festival de cine de Sevilla , mientras que Saviano se pasea por esa ciudad escoltado por cuatro policias, idénticos a los carabinieri que lo siguen todo el tiempo en Napoles para proteger su vida. Parece que Saviano se olvido de dejar un parche. . .

De este lado del Atlántico, hablar de "lo italiano" es hablar del crimen organizado, desde que Mario Puzo escrbió El Padrino y luego Francis Ford Coppola lo llevó al cine en una de las mayores películas que ha visto Hollywood. La más reciente recreación de "lo italiano" por estos rumbos, es la serie televisiva Los Soprano, la cual no solo fue todo un éxito de audiencia, sino que se ha constituido en un nuevo paradigma para la producción en televisión.

Menos conocida es la novela Noi Saremo tutto de Valerio Evangelisti, quien narra la saga de un mafiosos italiano en los puertos de aquel San Francisco donde Cecchi empieza su viaje. Evanlegisti es otro amante de lo americano y mexicano. Desde su casa en Puerto Escondido ha escrito libros como "Antracite", western en el que el protagonista es un mulato santero de origen mexicano, que no por eso deja de ser un diestro jinete y pistolero en su periplo que va de México a Filadelfia. Otro libro de Evanlegisti es Il collare spezzato, el cual es su propia versión de algunos de los heroes de la Revolución Mexicana.

A quien le extrañe esta afición de los artistas italianos por lo fronterizo, basta que recuerde los spaghetti western de Sergio Leone. Películas de vaqueros, filmadas en Europa, algunas de ellas estelarizadas por Clint Eastwood. . .

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