jueves, 6 de noviembre de 2008

Arte de llorar, I

Acuse:
Secretaría de Cultura: "María Candelaría en Xochimilco. Estimado amigo: agradecemos su interés en el proyecto." ¿Cuál proyecto?
 
 
                         "ARTE DE LLORAR", DANIEL GONZÁLEZ DUEÑAS
 
"A principios del siglo XX, el primer cineasta de la historia, el francés Georges Méliès, se sorprendía porque el público, y sobre todo las mujeres, le pedían "películas para llorar", es decir, graves melodramas, cuando el cine de Méliès se ubicaba ante todo en la sátira y la comedia. Poco más tarde una demanda semejante surgiría en Hollywood, y a tal grado que poco a poco comenzó a perfilarse lo que se llamó "cine para mujeres", mecánica curiosa porque nunca hubo ni ha habido un cine específicamente rotulado "para hombres".
 
Sin duda el cine de acción (sobre todo el de guerra) y el pornográfico se sobreentienden como "cine para hombres", pero muy pocas veces se les refiere directamente así --y nunca con un sentido despectivo--: son aludidos sencillamente como cine de acción o "porno" (en todo caso este último se relaciona en principio con aquellas célebres "funciones para hombres solos"). Por otra parte, si se habla con frecuencia de "cine o películas para mujeres" --y aquí casi siempre con un regusto despectivo. En una flagrante muestra de desequilibriio, se sobreentiende que todos los géneros cinematográficos son para hombres, con excepxión del "cine para mujeres". Este último es el único poseedor de mote segregacional, que por cierto, ha sido creado por hombres. No se trata, pues, del cine que las mujeres gustan ver, sino del que disgusta ver a los hombres.
 
A varios años de iniciado el siglo XXI, existe en Norteamérica un lugar común casi despectivo, el rubro "película para mujeres", que si bien alude a comedias más o menos feministas, se refiere ante todo a aquellos melodramas de los que surgió la telenovela; la línea avanza imbatible a través de las décadas: de "Cita de Amor" a "Historia de amor", de "Algo para recordar" a "Sintonía de amor". El "cine para mujeres" es ya una parte esencial de toda una industria dedicada al público femenino y, aunque no fueron ellas quienes lo bautizaron de ese modo, siguen pidiendo --más allá de lo que aducen las explicaciones psicológicas o sociológicas-- películas para llorar. ¿Dónde radica el origen de este misterioso fenómeno?
 
Son casi lugares comunes la idea de que el llanto lava y la metáfora de la lluvia como lloro celeste que renueva y vitaliza. Es también un lugar común en las sociedades patriarcales la afirmación, repetida por las generaciones, "los hombres no lloran" (sobreentendida como "no deben llorar"). Pero ¿qué tal si en vez de una regla no fuera más que una simple observación (no lloran)? Considerada como tal, equivale sencillamente a reconocer que el varón no sabe llorar. Y en esto hay un evidente fondo. No se trata de que las mujeres, liberadas de tal proscripción, sean más libres para manifestar el llanto, sino que es suyo el Arte de llorar: aun si las abarcara la prohibición, sabrían practicar su arte más antiguo, mientras que si de pronto se permitiera llorar a los varones, les costaría un largo tiempo aprender es arte, que no es suyo en el sentido en que lo es de la mujer.  (Continuará)
 
Buenatarde



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