viernes, 10 de octubre de 2008

Andanzas de "El libro de las cochinadas"

Acuses:
Alex envía una nota acerca del Premio Nobel de Literatura, Le Clézoe, quien vivió 12 años en México, principalmente en Yucatán, Michoacán (Zamora y un pueblito cercano al Paricutín) y el D.F. Los diarios de hoy reproducen fagmentos de sus textos sobre nuestro país.
Enrique Urrutia: Gracias por tu carta.
 
El domingo le pregunté a mi nieta:
--¿Conoces "El libro de las cochinadas?
--Si, lo tengo.
Su mamá intervino:
--Es su Biblia.
 
Recordé que la primera vez que lo hojee en una librería, no quise leerlo por la abundancia de términos que oigo en la calle, prescindibles en un libro que se precie de serlo; no me expliqué porque Julieta Fierro puso su atención en el tema. Ahora que tengo que leerlo completo, mi opinión ha cambiado: es útil para atraer a los alumnos  a la lectura, es ya un clásico en la escuela primaria...
 
8:30 horas, noto que la lectora de 5º "B", Kenia, no llega y subo a preguntar a la maestra si quiere que la sustituya, la maestra acepta y empiezo:
--Traigo "El libro de las cochinadas." ¿Se los leo?
--Ya nos lo leyó Kenia.
--Ella les leyó sólo el capítulo "¿Por qué hacemos caca?"; les quiero leer el capítulo siguiente, "La caca en el espacio."
--Está bien.
--No es necesario que suspendan su actividad, sigan con el dibujo del escarabajo que están copiando; empiezo (con tono doctoral, volumen bajo): Laa caaca enn el es-pa-cio... Conforme avanzo en la lectura, los niños, paulatinamente, abandonan el dibujo, la maestra también se interesa en saber por qué la caca y la orina flotan dentro de la nave espacial y los astronautas tienen que andarlas persiguiendo... Los científicos, al paso de los años, diseñan un pañal adherible para que los astronautas hagan pipí o popó cuando quieran, dentro o fuera de la nave... El capítulo termina y digo que me voy, el alumno que está frente al libro, ve el título del capítulo: "¡Qué pedo!" y dice:
--No se vaya, léanos ese, "¡Qué pedo!"
El grupo ha olvidado el dibujo y empieza a gritar:
--Sí, ése.
Lo leo completo, terminando con la parte titulada: "Alimentos pedorros".
Me despido por segunda ocasión, me doy cuenta de que la maestra ha bajado a la Dirección, niños y niñas piden:
--¡No se vaya, léanos más!
Recuerdo que un día antes hice una selección de textos, para no leer el libro completo, que a veces se extravía en tecnicismos:
--Les leeré lo último, es un poema a la caca, empiezo a leer como poeta:
"En este mundo matraca
todos hacemos de la caca.
Caga el buey, caga la vaca
y hasta la mujer más guapa
se echa sus bolas de caca."
Un alumno dice:
--Escríbalo en el pizarrón; los demás gritan ¡otro, otro!
--Bueno, ahora si el último, es un poema que se llama "El pedo":
 
Era un pedo mal oliente
que se escapó de repente
de las nalgas de un mortal.
 
Era su olor a cagada
una cosa tan marcada
que olía mal.
 
Al sentir el caballero
que de sus pompas salía,
exclamó con osadía:
 
Pedo mío
¡a dónde vas!
que no estás en tu lugar.
 
Lo leí con la seriedad de la poesía culta, aunque a veces me quería ganar la risa, al ver las carcajadas de los niños, pero logré contenerme... Me despedí y un alumno, fuera de sí, dijo:
--¡Quédese hasta la noche!
Tuve que prometerles que les daría una fotocopia: sólo al alumno que tuviera diez de calificación... Yo también tengo una fotocopia, varios mamás lectoras me lo han pedido y se los llevo, por eso digo que es un clásico.
Hoy también fui a IBBY, a la Feria del libro de la Ciudad de México y a la exposición de Francisco Castro Leñero, pero se acabó el espacio.
 
Aviso a poetas y poetos: tenemos una invitación a una casa de campo: mañana  fijaremos la fecha, por favor, no falten.
 
Este texto fue escrito con el fin de alegrarles el fin de semana. Espero que no haya problemas para envíarlo...
  
 



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1 comentario:

Juan Tonda dijo...

Un abrazo muy grande a los comentarios sobre El libro de las cochinadas. Nada da más gusto a los autores que los niños de primaria aprecien y quieran su lectura. Para ellos fue especialmente escrito, pero también para los maestros con una mente amplia, y para toda persona que sepa que el la vida hay muchas partes de las que no se habla, una de ellas las cochinadas. A los niños que lo disfrutaron les mando un abrazo, porque demuestran que tienen una mente abierta, característica esencial en la vida, y también al maestro. Necesitamos grandes maestros.

Gracias por sus comentarios

Juan Tonda