jueves, 31 de julio de 2008

Un poco de números



Primero un poco de numerología: El libro "Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura", consta de 436 páginas, tiene 12 capítulos, más una sección de agradecemientos, un prologo, un epílogo, un apéndice, una sección de bibliografía y un índice análitico. Cuesta apoxiamadamente 300 pesos (esos es una aproximación a falta de ticket de compra). Su autor, Juan Domingo Agüelles, ha publicado otros libros en 2003, 2004, 2005, 2006.

En la última página del prólogo (pag 34), el libro dice: "Leer, sin imperativos, debe plantearse con sensatez y con realismo y no con esas veleidades coercitivas y desaforadas que quieren hacer del placer de leer una funesta obligación universal. Leer atados al potro del deber es una de las estrategias más disparatadas que se pueden imaginar para promover y fomentar la lectura . . . Desafortunadamente, casi todo los discursos modernos y contemporaneos sobre la lectura, en sus vertientes programáticas gubernamentales, tienden a lo mismo con el agravante institucional de la obvia e indispensable necesidad (y necedad) de establecer y medir indicadores equívocos, pues, para justificar la inversión y los presupuestos económicos en cultura, hacen cuantitativo lo cualitativo y convierten los índices de lectura en superstición científica. Cuando se trata de hacer, a toda costa, palpable lo intangible, alguna que otra aberración se puede cometer. "

Hablando del uso político de los números y estadísticas, Juan Domingo Argüelles no puede tener mayor razón. Me parece que actualmente en México estamos muy acostumbrados a esas guerras de cifras de los políticos, que asemejan aquellos juegos de merolico de "dónde quedó la bolita". Nadie sabe, supo o comeprendio nada. Una de las mayores confusiones (o desacuerdos) colectivas respecto a cómo interpretar medias, varianzas, tamaños de muestra y algorítmos (con ese lenguaje) se ha dado en ámbitos electorales con la mayor fuerza. Hoy día, para ser un buen votante y tratar de compernder el caudal de información cuantitativa y cualitativa de cada uno de los aspectos políticos, hay que ser poco menos que experto. Esto no es una razón suficiente para tecnocratizar la política. Al final tenemos las corazonadas, nuestra intuición. Gary Kasparov, campeón mundial de ajederez, ha demostrado lo indispensable que son esas cualidades no tangibles de los seres humanos, en la lucha contra el cálculo frio de cualquier máquina (o maquinaria). Su batalla contra IBM y Deep Blue es un hito popular de esta lucha del hombre contra el ordenador.

Del libro de Argüelles, he leído el prologo hasta ahora. Me parece que Juan Domingo no se equivoca en su crítica, pero debería ponerle nombre y apellido. Es decir, si su ataque es hacia el Programa Nacional de Lectura debería decirlo (hasta ahora no lo ha mencionado). Sería un libro más aburrido pero muchos más efectivo. Hacerlo de manera abastracta contra "una posición tecnocrática que enzalsa las estadísticas", es un yerro de punteria. Los números no tienen la culpa, son tan inocentes como las palabras. Asi como leer un buen libro no hace buena a una persona, una buena estadística no hace bueno a nadie. Lo puede hacer sentir mejor, eso si.

Tal como la palabra puede ser utilizada para escribir cosas hermosas o funestas (y sin duda continua siendo la principal herramienta de los políticos, por mucho que se empeñen en utilizar números), los números se pueden utilizar de la misma manera. Después de todo, quien podría comunicarse con la ayuda de solamente números a no ser que fuera asistido por una computadora que los transformara en palabras. Los números, junto con las palabras, son una de las mayores invenciones (o dones) de los seres humanos. Su vulgaridad, utlidad o belleza, están en el ojo (corazón o mente) del interprete. La forma de comunicarlos depende de la persona que lo haga . . . La culpa no es del tecnocrata sino de quien lo hizo compadre. . .

Les recomiendo un libro: Freakconomics de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, traducido por EdicionesB.

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