jueves, 31 de julio de 2008

Alejandro Aura 1944-2008


Ayer me comunicaron que, en Madrid, había fallecido Alejandro Aura. No pude más que sentir ese pesar que surge cuando se recuerda a alguien sólo cuando aparecen este tipo de noticias. No me detendré en la obra literaria de Aura que, cabe decirlo, no ha sido considerada en su justa medida. Recuerdo más a Alejandro Aura como el gran difusor, promotor y animador de la cultura que fue. Desde los más diversos espacios impulsó el arte y la cultura en sus más amplios términos.
Supo utilizar los medios electrónicos a favor de la inteligencia y la memoria, no somos pocos los que formamos o reafirmamos nuestra conocimiento y gusto por la música popular mexicana a través de las emisiones de Un poco más, programa televisivo que revitalizó el recuerdo del bolero, el danzón, el salterio, el mariachi típico, las grandes bandas, el mambo, la trova yucateca, entre otros géneros y dio vigencia a grandes cantantes como Marilú, Amparo Montes, Tehua, Celio González, Mario Ruiz Armengol, además de propiciar que las generaciones recientes se interesaran por dicha música.
También es de recordarse la revista de variedades Entre amigos en el viejo canal trece en la cual se catapultó el trabajo de Andrés Bustamante que, al incio, hizo mancuerna con Aura para proponer el humor sarcástico, simple, irónico e inteligente que ha caracterizado al Güiri Güiri.
Pero el papel de Aura que quisiera resaltar con ustedes es el de promotor cultural, especialmente de la lectura. Mucho antes de ser nombrado director del Instituto de Cultura de la Ciudad de México, Aura ya había comenzado con iniciativas de promoción de la lectura. ¿Cuáles? leer. Así de sencillo. Convocaba a personas a reunirse para leer en voz alta, generalmente obras clásicas, universales y mexicanas. Después de la lectura se hacía una breve plática y ya, todos contentos a continuar leyendo en donde fuera.
De esa idea casera que luego se volvió programa de radio, surgieron unas de las que fueran sus banderas de batalla al frente del Instituto: los libro clubes. Ya con el aparato gubernamental de su lado, el apoyo de algunas editoriales y la simpatía de la comunidad intelectual de la capital mexicana, Aura multiplicó por cientos (quizá por algunos miles) el modelo. Se repartieron acervos bastante completos, se capacitó a muchísimas personas para cuidar los acervos, ponerlos a disposición de la comunidad y, sobre todo, para leer en voz alta y de esta forma socializar la lectura.
La idea era simple y basaba su éxito en el apropiamiento que la comunidad (que podía ser una casa de cultura, un café de barrio, una guardería, una cocina comunitaria, un edifico de oficinas, un centro deportivo, un módulo de policia, una casa particular, una asociación de colonos) hiciera del libro club. Hoy persisten decenas de ellos, otros muchos se han quedado en el camino y el programa no resistió las trabas burocráticas, pero la idea ha permeado y se ha copiado en otras ciudades, tanto por gobiernos locales como por iniciativas ciudadanas.
Alejandro Aura movilizó el aparato del antiguo Socicultur, para organizar festivales masivos, de él surgió la idea de realizar conciertos en el Zócalo, en una época en la que había temor a las multitudes y lo mismo se programaba a Madredeus que a Los Tigres del Norte y Café Tacvba. Había que difundir y valorar la cultura para que algo sucediera en esta Ciudad.
Desafortunadamente con los cambios de administración el proyecto cultural de Aura se ha difuminado y el uso de los espacios públicos para manifestaciones artísticas se ha limitado al Zócalo y no se ha diseminado como en principio se buscaba. Queda, sí, ese otro gran proyecto que es la Fábrica de Artes y Oficios, cuyo primer plantel se ubica en Iztapalapa: el FARO de Oriente que ha demostrado que las industrias culturales dignifican y son rentables.
Sin duda es un día triste para la promoción de la cultura en nuestro país.

1 comentario:

marichuy dijo...

Como gran aficionada a la música siempre recordaré esas noches sabatinas de canal 11, que espero vuelvan a transmitir como un homenaje muy merecido a Alejandro Aura.